Adoración
enero 21, 2024Expresar
enero 23, 2024Eterna
Desde la silla miraba como la respiración cambiaba de ritmo, el ritmo se hacia mas lento, parecía anunciar algo, aunque estaba en una conversación con mi prima María y eso daba la sensación de faltar al respeto a la persona con la que hablaba. No podía dejar de mirar de vez en cuando su cuerpo cada dos segundos, era como si algo hiciese girar mi cabeza, llamaba la atención constante y finalmente no permitía seguir con la conversación para atender a lo que se anunciaba, lo que se hacia presente.
El color de la piel cambiaba, la respiración se atenuaba, las facciones se relajaban. Todo llevaba a levantarse, todo tiraba de mi para acercarme a su cuerpo. "Llega el momento" decía mi corazón, déjate llevar sin miedo. La mano derecha se acercó a su cuerpo a la altura del corazón, la mano parecía buscar el latido del corazón, como forma de comunicación alternativa a la habitual, que ya no existía, debido al estado del cuerpo que estaba con una dosis suficiente de medicación para no padecer dolor, ya innecesario.
Mi mano en su pecho a la altura de su corazón esperaba pacientemente, no sabía muy bien que esperaba. Con un poco del miedo mental, que el sentido biológico del ser humano nos muestra en presencia de la muerte. Pasaban los segundos, la respiración cambiaba, poco a poco el cuerpo avisaba del momento de parar. Mis ojos se inundaban mientras experimentaba segundo a segundo ese momento de separación de la experiencia física.
Cuando menos lo esperaba un latido a través de la mano se hizo presente en el silencio, entró y resonó por todo mi ser, sentí la unión con ella, con la Vida, en el instante mismo de su muerte.
Y así de nuevo, ahora al marcharse, volvió a dejarme la Vida, volvió a dejarme lo necesario para seguir el camino, el latido del corazón como alimento de unión, el latido del corazón como elemento que nos une a todos los seres en la Tierra, ese que proviene del latido del corazón del Universo que resuena en todo.
Seguimos Dora, que bien lo has hecho con tu último latido, ese último latido de tu corazón resonando en mi, reune ahora más que nunca a toda la familia de origen, hasta el último de mis latidos en la Tierra. Gracias de corazón madre, por este regalo tan bonito. Hecho está.
El color de la piel cambiaba, la respiración se atenuaba, las facciones se relajaban. Todo llevaba a levantarse, todo tiraba de mi para acercarme a su cuerpo. "Llega el momento" decía mi corazón, déjate llevar sin miedo. La mano derecha se acercó a su cuerpo a la altura del corazón, la mano parecía buscar el latido del corazón, como forma de comunicación alternativa a la habitual, que ya no existía, debido al estado del cuerpo que estaba con una dosis suficiente de medicación para no padecer dolor, ya innecesario.
Mi mano en su pecho a la altura de su corazón esperaba pacientemente, no sabía muy bien que esperaba. Con un poco del miedo mental, que el sentido biológico del ser humano nos muestra en presencia de la muerte. Pasaban los segundos, la respiración cambiaba, poco a poco el cuerpo avisaba del momento de parar. Mis ojos se inundaban mientras experimentaba segundo a segundo ese momento de separación de la experiencia física.
Cuando menos lo esperaba un latido a través de la mano se hizo presente en el silencio, entró y resonó por todo mi ser, sentí la unión con ella, con la Vida, en el instante mismo de su muerte.
Y así de nuevo, ahora al marcharse, volvió a dejarme la Vida, volvió a dejarme lo necesario para seguir el camino, el latido del corazón como alimento de unión, el latido del corazón como elemento que nos une a todos los seres en la Tierra, ese que proviene del latido del corazón del Universo que resuena en todo.
Seguimos Dora, que bien lo has hecho con tu último latido, ese último latido de tu corazón resonando en mi, reune ahora más que nunca a toda la familia de origen, hasta el último de mis latidos en la Tierra. Gracias de corazón madre, por este regalo tan bonito. Hecho está.