Límite
septiembre 3, 2024decir
septiembre 5, 2024volar
Esta semana, al comenzar un día rumbo a las actividades creativas, al bajar de la montaña donde se encuentra la Ermita en la que descansa mi cuerpo por la noche, mientras conducía, encontré una peculiar imagen que ha provocado una emoción que me ha despertado, la de flotar en el aire.
¿Qué sensaciones te ha traído cuando has estado en ese estado?. Hoy te invito a que reconozcas qué experiencias te llevan a sentirte como si estuvieses flotando en el aire, como si los pies se despegasen del suelo. Con la consecuencia de sentir un estado como si fueras una de esas aves que vuelan alto y pueden ver que todo se hace más pequeñito en la Tierra.
Ver la vida desde arriba, bien arriba, desde un lugar que te aporta otra mirada, otra perspectiva. Subir en globo ES posible en estos tiempos como parte del entretenimiento para el turismo, como por ejemplo el de esta isla. Y hacerse fotos en la experiencia para mostrarlas a los conocidos o no conocidos a través de las redes digitales, forma parte de la actividad que llamamos turismo.
Aunque también forma parte, tomar consciencia de cómo cambian algunas situaciones o visiones de las mismas cuando te elevas un poco por encima de ellas. Así lo nombra Luis Emilio Oliver en la película documental, cuando dice que al elevarte un poco en las situaciones en las que las emociones que te arrastran, ES posible darte cuenta de la situación para tomar consciencia e incluso que puedas sentir tus alas.
Las alas que te recuerdan quien eres de manera esencial y natural, lo precioso de sentir la unión de las alas al corazón. El flow, una de las formas en las que uso esta palabra que expresa la capacidad de unir el cielo y la tierra, la parte espiritual con la parte terrenal, en equilibrio.
Sentir de forma libre como tu corazón restaura las alas que te elevan en los momentos necesarios para tomar inspiración saliendo de los caminos ya trillados, repetidos, consumidos y agotados. Tu corazón se eleva como el vuelo de un globo aerostático, práctica que comenzó a principios del siglo XVIII.
Seguramente pensaron en aquel momento que cambiarían la manera de volar del ser humano. Imagina a esas personas si pudieran escuchar cómo el ser humano ahora mismo piensa en viajar a otros planetas como Marte o usar los recursos de la luna para la vida en la Tierra. O el comentario de Neil Armstrong al pisar la luna cuando dijo: "Este es un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad".
Reconozco que también tuve un sueño de volar, pilotar una avioneta y un día lo compartí, lo hablé con una persona. Y se cumplió el 50 cumpleaños cuando la persona que conocía ese sueño, que no había nombrado mucho, me llevó por sorpresa a un aeropuerto.
Sin saber bien para que pensé en el momento que me llevaban a un aeropuerto por sorpresa, que me tocaría lanzarme en paracaídas como uno de los regalos de ese cumpleaños. Aunque lo que me esperaba era pilotar una avioneta, con piloto al lado que me acompañaba en el vuelo claro.
Despegar la avioneta de la pista y pilotar hasta la montaña mágica de Montserrat. Menudo vuelo para mi corazón en ese momento en el que ese lugar se había convertido en un lugar muy especial. Alucinante ir hacia allí después de las experiencias que haba vivido en ese lugar que necesitara un libro para poder explicarlas todas.
Ir hacia allí para darle la vuelta a la montaña mágica y vuelta para aterrizar de nuevo en la pista. Una preciosa experiencia como casi siempre mucho más sencilla de lo que había imaginado. Por cierto aparecen algunas imágenes de ese vuelo en la película documental. Dicen que los ciclos en el Camino espiritual, se reconocen debido a que hay un regreso, desde un lugar especial.
Hay personas que hacen esa magia, se dedican a facilitar que se cumplan tus sueños. Celebro compartir contigo que en este septiembre se está cumpliendo otro sueño maravilloso, otra forma de volar ES posible, volar con los pies en la Tierra. Nacer a un nuevo ciclo de vida desde la soberanía creativa, desde la confianza en una belleza sencilla, sentir volar el corazón gracias a la delicia cotidiana, que junto al flow hace fotos preciosas.
¿Qué sensaciones te ha traído cuando has estado en ese estado?. Hoy te invito a que reconozcas qué experiencias te llevan a sentirte como si estuvieses flotando en el aire, como si los pies se despegasen del suelo. Con la consecuencia de sentir un estado como si fueras una de esas aves que vuelan alto y pueden ver que todo se hace más pequeñito en la Tierra.
Ver la vida desde arriba, bien arriba, desde un lugar que te aporta otra mirada, otra perspectiva. Subir en globo ES posible en estos tiempos como parte del entretenimiento para el turismo, como por ejemplo el de esta isla. Y hacerse fotos en la experiencia para mostrarlas a los conocidos o no conocidos a través de las redes digitales, forma parte de la actividad que llamamos turismo.
Aunque también forma parte, tomar consciencia de cómo cambian algunas situaciones o visiones de las mismas cuando te elevas un poco por encima de ellas. Así lo nombra Luis Emilio Oliver en la película documental, cuando dice que al elevarte un poco en las situaciones en las que las emociones que te arrastran, ES posible darte cuenta de la situación para tomar consciencia e incluso que puedas sentir tus alas.
Las alas que te recuerdan quien eres de manera esencial y natural, lo precioso de sentir la unión de las alas al corazón. El flow, una de las formas en las que uso esta palabra que expresa la capacidad de unir el cielo y la tierra, la parte espiritual con la parte terrenal, en equilibrio.
Sentir de forma libre como tu corazón restaura las alas que te elevan en los momentos necesarios para tomar inspiración saliendo de los caminos ya trillados, repetidos, consumidos y agotados. Tu corazón se eleva como el vuelo de un globo aerostático, práctica que comenzó a principios del siglo XVIII.
Seguramente pensaron en aquel momento que cambiarían la manera de volar del ser humano. Imagina a esas personas si pudieran escuchar cómo el ser humano ahora mismo piensa en viajar a otros planetas como Marte o usar los recursos de la luna para la vida en la Tierra. O el comentario de Neil Armstrong al pisar la luna cuando dijo: "Este es un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad".
Reconozco que también tuve un sueño de volar, pilotar una avioneta y un día lo compartí, lo hablé con una persona. Y se cumplió el 50 cumpleaños cuando la persona que conocía ese sueño, que no había nombrado mucho, me llevó por sorpresa a un aeropuerto.
Sin saber bien para que pensé en el momento que me llevaban a un aeropuerto por sorpresa, que me tocaría lanzarme en paracaídas como uno de los regalos de ese cumpleaños. Aunque lo que me esperaba era pilotar una avioneta, con piloto al lado que me acompañaba en el vuelo claro.
Despegar la avioneta de la pista y pilotar hasta la montaña mágica de Montserrat. Menudo vuelo para mi corazón en ese momento en el que ese lugar se había convertido en un lugar muy especial. Alucinante ir hacia allí después de las experiencias que haba vivido en ese lugar que necesitara un libro para poder explicarlas todas.
Ir hacia allí para darle la vuelta a la montaña mágica y vuelta para aterrizar de nuevo en la pista. Una preciosa experiencia como casi siempre mucho más sencilla de lo que había imaginado. Por cierto aparecen algunas imágenes de ese vuelo en la película documental. Dicen que los ciclos en el Camino espiritual, se reconocen debido a que hay un regreso, desde un lugar especial.
Hay personas que hacen esa magia, se dedican a facilitar que se cumplan tus sueños. Celebro compartir contigo que en este septiembre se está cumpliendo otro sueño maravilloso, otra forma de volar ES posible, volar con los pies en la Tierra. Nacer a un nuevo ciclo de vida desde la soberanía creativa, desde la confianza en una belleza sencilla, sentir volar el corazón gracias a la delicia cotidiana, que junto al flow hace fotos preciosas.