Hoy escuchaba de nuevo la canción “Gallo rojo, gallo negro”, te recomiendo una versión que hay en esa conocida web donde se alojan millones de videos. Es una versión de Silvia Pérez y Raül Fernandez, que dura más de seis minutos.
La letra de la canción del compositor Chico Sanchez, con una historia de coraje personal tremenda, dice en una parte: “Ay, qué desencanto. Si me borrara el viento lo que yo canto”.
Siempre que escucho la voz de Silvia cantando en ese video, la habré escuchado unas cien veces en varios años, hay un momento en que las lágrimas cuando sienten el sentir de Silvia, salen como si la buscaran. Salen y se deslizan por la piel, sienten el coraje, el hacer del corazón de Silvia interpretando esa letra.
Como el coraje de la propia historia de Chicho el compositor, como tantas historias de confrontar el desencanto en aquellos tiempos que oscurecieron el territorio de la península ibérica.
Ahora el desencanto campa a sus anchas por el planeta, no solo por la península ibérica, en estos tiempos el desencanto se extiende como una gran mancha por muchos territorios a través de la experiencia del ser humano desorientado en modelos sociales que siguen apostando por la imposición, la infravivienda, el mal llamado estado del bienestar que somete el amor por la vida que nace del corazón del ser humano desde su origen.
Por eso a cada día que pasa, recordar el ánimo por el encanto y hoy desde la luz del Mar Mediterráneo, te animo a una vida con encanto. Una vida con encanto por elección propia sin esperar ni un minuto más a que te la traiga una administración pública o privada.
Encontrar el encanto allí donde vayas como una manera de compensar la distopía y desencanto de estos tiempos. Tiempos donde se puede leer, en un diario de la prensa convencional reconocido, un titular tremendo: “La cantidad de menores que toman ansiolíticos y antidepresivos se dispara”, a lo que se añade: “hay más de 20.000 niños y adolescentes medicados solo en Catalunya por trastornos mentales”.
Encarnar una vida con encanto sencillo ES posible que colabore con esta situación, incluso más que algunas políticas sanitarias. Los seres humanos como seguidores nos movemos con lo que vemos en general se ha comprobado en los últimos años, sobre todo a través de los experimentos que se hacen con las redes digitales de información.
¿Qué podría ser una vida con encanto?
Hoy he visto a una persona sentir un momento de encanto, al morder, al probar una zanahoria morada. Recogida después de haber recuperado las semillas y cultivado esa variedad en una zona del Mediterráneo. Podría ser por ejemplo, acudir a tomar un café al lugar de un emprendedor con entusiasmo que apoya los cultivos en armonía.
Encontrarte mirando a los ojos de las personas con las que te cruzas por la calle con una media sonrisa, vayas donde vayas. Sentirte en una esperanza común junto a millones de corazones, que toman acción al detener una vida sin sentido, para restaurar el amor por la vida, aunque eso les suponga todo un reto, el de ser tratados, como que han perdido el norte.
Escaparte a mirar en algún lugar que has descubierto, como la luz cae a la media tarde o detenerte a observar como todo lo que te rodea puede verse en una gota de agua. Entregarse a la creatividad en la forma que sea que facilite que tu corazón sienta a diario la fuerza de la frase: “soy más de la apariencia, llevo toda la fuerza y el poder del Universo en mi interior” para que así al acabar tu día sientas: “hecho está”.
La salud de la calma gozosa, en una vida cotidiana con encanto.