
Caos
abril 3, 2025Dulce
La vida dolça, la vida dulce en castellano, es el nombre de una proyecto audiovisual hecho en la isla de Mallorca, una película documental. Y también es el nombre de una cafetería donde se venden dulces mallorquines.
La he descubierto mientras caminaba estilo "flow walking" por las calles de Ciutat esta mañana. Ciutat es como llaman a la ciudad de Palma de Mallorca, las personas que residen fuera de la ciudad por el resto de la isla. De hecho, es el nombre que quedó, cuando se conquistó este territorio a los musulmanes en el siglo XIII.
La cafetería rinde homenaje a Miquel Pujol, una de las primeras personas autenticamente mallorquinas que conocí cuando llegué a Palma a finales del siglo pasado, vaya como suena esto último, jajaja. Miquel era una de esas personas que no se sienten llamadas a ser normales como los demás, sí eso que damos a llamar ser normal en la sociedad con la que te toca convivir.
Un ser humano con un magnetismo particular, solo estando en el horno donde creaba y vendía lo que se cocía en un horno de 1565. Visitar el horno, ya era en sí mismo, una experiencia muy especial, viajar atrás en el tiempo centenares de años. Un horno que antes de comenzar a prestar ese servicio a la comunidad medieval, era la Sinagoga Nova del Call, vamos un templo.
Cuando lo conocí ya se percibía que tenía algunas cosas muy claras, por ejemplo tenía claro que su actividad laboral era "una actividad de vida", como él lo llamaba. En lugar de negocio, que para él era negar el ocio.
Entonces hoy cuando caminaba por Palma y he visto su fotografía en ese local a pie de calle, he entrado de una vez en la cafetería, sin pensarlo dos veces. En la cafetería ahora puedes encontrar a uno de sus hijos, dentro del proyecto que impulsan los dos hijos en equipo en Mallorca, recuperar las recetas de su padre en un nuevo obrador, desde hace ya unos años después del estreno de la película documental.
La vida dulce, es el nombre de la película y también del proyecto creativo en forma de obrador y dos cafeterías. No sé si los hijos de Miquel han tomado conciencia del entretejido que ha tomado esto o por lo menos, como ahora mismo puedo verlo.
Miquel recomendaba realizar una actividad con la que alegrar la vida y como consecuencia la de otras personas. Una actividad para endulzar la vida y la vida de otros con alegría, un buen propósito para que el corazón del ser humano se sienta en una dicha profunda. Como ser humano ese debería ser el sentido de las actividades allí donde estuviéramos y si no, dar los primeros pasos para que así sea, cuando llega la llamada del corazón y la dulzura.
Una de las maneras de encarnar una vida tranquila, en calma, es a través de las experiencias que llenan el corazón al ver en silencio como otros cambian su estado al entrar en contacto con aquello que tu eres y llevas a cabo. Esa es la verdadera esencia de la transformación y de las personas que con su existencia son elementos facilitadores de transformación.
Recuerdo llegar a Mallorca vestido de traje, corbata y tirantes, con el pelo engominado, procedente de una Barcelona de finales de los noventa, impulsada por los negocios como un estilo de vida, como si no hubiese otra posibilidad de vivir. Una actitud que se describe en la frase popular: “Barcelona es bona, si la borsa sona”, algo asó como que si estás en Barcelona va a ser bonita si llevas el bolsillo lleno de dinero.
Conocer a Miquel, lo que hacía, donde lo hacía y como lo hacía, me dejó saber que había una sabiduría con la que aún no había entrado en contacto. La humildad de una sabiduría de las cosas a su tiempo, una sabiduría con sabor dulce, como lo es todo aquello que emana del corazón tranquilo, en calma, entregado al flow por completo.
Tampoco imaginaba las toneladas de dulzura que me esperaban, tanto en el dar como en el recibir, en los siguientes años que me han ido transformando toda la visión de la vida y del mundo. Aunque eso ha conllevado un esfuerzo que nunca pensé que podría llevar a cabo, unas dificultades que se han transformado en gratitud.
Doy las gracias a diario, a cada paso y a cada persona con las que me he cruzado y que han resultado de gran inspiración, que como Miquel, han sentido ser auténticos desde dentro a fuera desde su actividad creativa. En el caso de Miquel durante casi 50 años haciendo la vida más dulce a las amarguras de otros, dedicando una inmensa cantidad de horas a estar con las manos en la masa.
Mañana nos encontramos online en la siguiente coincidencia de abril, compartiremos las consecuencias de una vida dulce. Como dulce ha sido el encuentro con cada una de las personas que han sido necesarias para crear la película documental, como dulce es la vida que llevo ahora mismo con la deliciosa victoria del Amor y sus consecuencias, ven a celebrarlo y a llevarte o dejar tu parte.
