Estamos llegando a unos tiempos donde se despiertan tendencias cada vez más peculiares, por ejemplo las que apoyan la posibilidad de borrar los recuerdos. En lugar de confrontarlos y transformar las situaciones que forman parte de tu existencia con lo más precioso, tomar consciencia de la existencia.
Otras nos proponen guardar la memoria en espacios digitales, con el argumento de que las personas puedan seguir relacionándose con nosotros al dejar el cuerpo. Eso supondría que las personas al fallecer dejaran sus recuerdos en lo que llamamos la nube, vamos unos servidores alimentados con energía, que por ahora se extrae de la Tierra. Incluso llegan propuestas para revivir los recuerdos, con realidad aumentada y no solo de manera individual, sino tambiñen en grupo de forma colectiva.
Recordar es una experiencia que forma parte de la existencia, de hecho hay personas que tienen recuerdos de otras vidas, describiendo con todo tipo de detalles esos eventos. También hay métodos como las regresiones que nos invitan a explorarlos. Hay experiencias asombrosas como las que nos ha dejado narradas Brian Weiss en sus libros.
Por mi parte, después del camino recorrido hasta aquí, pienso que contamos con tres tipos de recuerdos. Los de otras vidas, los heredados de la familia biológica de nuestros ancestros y los que tomamos a medida que recorremos esta existencia. Todos cuentan y sirven como una especie de combustible que nos anima a la confianza.
Además pienso que se entretejen de forma mágica, preciosa y maravillosa. Si se presta atención a ello se convierte en un material poderoso que nos desvela claves para una vida más creativa, dichosa y agradecida en la medida que vamos trenzando.
Sí, la suma, la trenza de esos recuerdos hablan de quienes somos, hablan de por donde hemos estado hasta llegar a este regalo de estar presentes. Y eso mismo cuando se observa con comprensión, gratitud y confianza abren el porvenir de manera asombrosa, con experiencias que nunca hubieses imaginado, antes de confrontar tu pasado.
Las preguntas que la humanidad se lleva haciendo por eones, de dónde venimos, quién somos y hacia dónde vamos. ¿Qué sucedería si perdemos nuestros recuerdos? De hecho se dice que es lo que nos sucede al nacer de nuevo, un curioso estado de amnesia momentánea se activa para iniciar una nueva existencia.
Vivir conlleva transformación, comenzar una nuevo día, para una nueva vida que despierta la consciencia de tu existencia. Borrar los recuerdos sería saltarse ese paso, aceptar saltarse ese precioso proceso alquímico. Pienso que borrar los recuerdos de un plumazo sin intención es como las adicciones, forman parte de ese querer borrar los recuerdos aunque sea por unos minutos, horas o un día entero, que solo te dejan más desorientado.
Aunque también sucede quedar atrapados por los recuerdos del pasado. Es asombroso cómo cargamos con tantas cosas intangibles. Ya no solo con recuerdos, sino que ahora lo hacemos con recuerdos digitales. Similar a añadir más peso a una mochila en un camino de peregrinación. Cuando los caminos de peregrinación se crearon precisamente para aligerar la vida.
Hoy he leído que una de cada 3 personas en España tiene algún tipo de desequilibrio mental, ¿seré yo uno de ellos? se puede preguntar el que lo lee claro. En estos modelos sociales cada vez se nombra de forma más continua los desajustes en lo mental del ser humano, ¿será la gestión de las experiencias y vidas pasadas? una de las claves de ese desequilibrio, para restaurar el orden, la calma, consciencia y armonía de tu corazón.
Todas las tradiciones de origen hablan de la vida como una experiencia eterna y en ella tendría sentido todo esto. Depende de cómo nos relacionamos con las situaciones pasadas y capítulos abiertos, complican o hacen ligera, o lo que es lo mismo, la hacen posible, la existencia en la vida eterna y natural, esto conlleva un compromiso de ligereza por el camino recorrido.
Recordar de forma voluntaria y consciente es una de las experiencias más sorprendentes que he vivido en estos últimos años, recordar como sinónimo de volver a pasar por el corazón con la intención de entregarlo, re-cor-dar. Por eso me dedico a acompañar a otros en ese entretejer el pasado, presente y porvenir.
Es una bella práctica que nos lleva de vez en cuando a mirar hacia atrás para cerrar capítulos desde un corazón agradecido y lleno de gracia, que toma consciencia de lo necesario que era algo, que antes no lo parecía para que ahora mismo estés aquí, leyendo estas líneas y sintiendo que ES posible.