Reconozco que escribir se ha convertido en una actividad diaria que me genera mucho placer, nutre mi corazón y el alma, no principalmente por el contenido de lo que aparece, sino que es por la práctica misma de ver cómo aparecen las letras a través del bolígrafo en el papel en blanco, formando palabras hasta completar lo suficiente para después ponerlo en forma digital para que llegue hasta ti.
Escribir todos los días unas líneas está siendo un compromiso desde principio de este año 2024. Algunas personas a lo largo de la semana pasada apreciaban a través de diversos mensajes, con diversas formas, dependiendo del país, tradición, actividad a la que se dedica, edad, que estas líneas les proporcionan confianza, inspiración, impulso y ánimo en sus propios pasos.
En ocasiones al leer estas líneas siento una sensación de que las líneas han sido escritas desde un lugar que me asombra aceptar que han sido de mis dedos. En realidad siento como si es algo que quiere ser escrito y para ello usa estas manos. Una experiencia más que se suma en la existencia dejando saber que somos vividos, la vida nos vive.
Somos más de lo que hemos heredado de nuestros ancestros, más de lo que hemos descubierto desde el aterrizaje en este viaje a través de la madre biológica, aunque también se siente una conexión que se manifiesta en nosotros, usa la existencia de ser humano, manifestarse de la manera que sea la más adecuada, que solo el flow sabe como nadie.
El flow nos inspira siempre, es lo que impulsa el latido de tu corazón, ese sonido que parece que no es muy relevante, nadie se atreve con él, nadie se atreve a desvelar de dónde surge. Animo a la ciencia a que se atreva a explorar, así como si se atreven a explorar los confines de la función y uso del cerebro.
Te imaginas que en ese latido estuviese todo aquello que necesitas para una vida animada que hace posible el gozo de la forma más simple de la gracia de aceptar lo que eres de manera humilde para que de esa forma sirva allí donde sea necesario. Así por lo menos lo imagino mientras sigo acabando el libro ES posible que pronto tendrás en tus manos, si el flow está de acuerdo, esto sucederá en el solsticio de invierno de este año.
Aceptar atreverse, aprender a atreverse, son tiempos de atreverte. Vives en los mejores tiempos para que te atrevas a ser lo que siempre has soñado o llevas soñando un tiempo, lo que tu alma sueña a través de tu corazón y sus latidos.
En mi caso, desde bien pequeño he visitado muchos hospitales por mi familia biológica de origen. Eso me hacía pensar en ocasiones querer ser médico del corazón para aliviar el sufrimiento que veía y percibía de ellos, tanto de la línea paterna, como de la línea materna, además de la vida que a mi hermano Fernando le tocó vivir y que ya conoces si has visto la película documental.
Esto me ha llevado siempre a escuchar a las personas de manera activa y profunda sin ser muy consciente de lo que eso mismo animaba a su corazón. A la vez a recibir siempre el aprecio de las personas con las que he ido conversando a lo largo de las tan diversas etapas y ciclos de existencia.
Ahora sin pretender pasar por médico del sistema sanitario de lo que llamamos seguridad social, sí que veo que cada vez más es necesario abrir espacios de cuidado, donde la persona se sienta bien siendo ser humano, sienta que los valores de su corazón son sanos y pueda llevarlos a cabo sin estar obligado a venderse por muy poco.
Tan sanos, preciosos y valiosos como para para llevarlos a cabo entre tanta tristeza, dolor, angustia, rabia, impotencia por el mundo que está instalado en la Tierra y sus consecuencias, creando un nivel de desconexión por el que vamos, un enfriamiento del corazón que opta por dejar de sentir entusiasmo por los sueños.
Por eso y mil cosas más, mi corazón sigue encendido, abierto y disponible al encuentro para el cuidado. Ese es el origen de la palabra medicina, proviene de la palabra cuidado. La actividad más relevante de estos tiempos, cuidar el amor por la vida, del latido que resuena en tu corazón que te recuerda vivir con entusiasmo.