La encrucijada es un símbolo, un arquetipo y una manera de llamar a las situaciones donde nos sentimos que se entrecruzan los caminos. Un cruce o estar cruzados, una forma de llamar a la experiencia en la que nos asaltan las dudas. Una situación que nos confronta a nosotros mismos, casi siempre, entre lo que siente nuestro corazón en calma acerca de algo y lo que escuchamos de eso mismo, por parte de la voz interna de la razón.
Es todo un misterio como en ocasiones allí donde nos hemos sentido amenazados, hemos salido bendecidos por sorpresa al aceptar algo que de entrada no hubiésemos tomado, iniciado o pensando desde nosotros mismos. Todo lo que hacemos lo hacemos por amor, se dice como un mantra desde la mirada sistémica de la vida. El amor que has conocido hasta ese instante claro está y es en esos momentos de encrucijada, donde la compasión conlleva su sitio.
Se nos invita a entrar en una experiencia compasiva, el camino se detiene para ser inspirado de forma amorosa, sobre todo cuando se toma la llegada de la comprensión posterior al abrazo de la compasión. No existen personas que no quieran cambiar, que no quieran transformar sus vidas al estar detenidos por demasiado tiempo en la encrucijada, sino que lo que hay es un estado de bloqueo, la encrucijada representa el estado de bloqueo en alguna área de tu vida. Es lo que se nombra como llevar tu cruz.
Cuando estés en una encrucijada sintiendo la incapacidad de tomar uno de los caminos, recuerda que desde la compasión puedes llamarlo miedo, sin vergüenza, sin culpa. No le llames pereza, no le llames desconfianza de tus dones, no le llames que careces de autoestima, no le llames que no te acompaña la suerte.
O si quieres puedes llamarle todo esto, si le sumas con compasión a cada una de las frases el miedo o varios de ellos que están relacionados y sean desevelados. Para así tratar con ellos, hacerte cargo, ocuparte del amor por la vida, que es la que nos sirve todo lo necesario.
Puedes continuar dudando de ti mismo por el resto de la vida, aunque el miedo no se marchará por ello. Puedes tratarte mal, juzgarte por lo que haces y por lo que no haces, el miedo no se moverá ni un centímetro. Puedes sentir envidia, vergüenza o las dos juntas, el miedo te esperará pacientemente.
También puedes derrochar tu energía hasta quedarte sin ella, incluso sin energía para lo más básico, aunque eso tampoco te servirá para que el miedo se marche.El miedo solo existe para ser transformado, de hecho el miedo solo es un aspecto que sientes en ti para que puedas ser consciente, donde el amor por la vida te llama.
Hasta que un día, en la misma encrucijada donde llevas el tiempo que sea, sientes dar un paso en una de las direcciones. El corazón te anima, sientes una confianza plena y calma tranquila aunque a la vez incertidumbre, tomas uno de los caminos de la encrucijada y zas, al iniciar el caminar de nuevo, te das cuenta de que no había encrucijada.
Vayas por donde vayas, caminas hacia restaurar la vida eterna y natural. Y en ese momento se suele escuchar: ¿como es que no lo he hecho antes?, bienvenido al misterio de la existencia, que bien integrado crea una confianza tremenda en la vida, sobre todo, para cuando te encuentras con la siguiente encrucijada.