Apreciar la vida, una vida sin precio

Aunque lo parezca, estos párrafos no contienen ninguna intención religiosa.

Amor, corazón (coraje) y alma (calma) es el rumbo, recorrer ese camino donde encarnamos el cielo en la Tierra. El amor y su gracia nos conecta con Dios y esa experiencia nos transforma en puentes aquí en la Tierra. Sentirse hijo de Dios de forma plena, nos evita desear ser Dios. Aceptar la gracia en vida, esta vida eterna, preciosa y natural, con la posibilidad siempre tendida de transformar los límites, miedos y carencias desde donde sea que te encuentres.

La invitación siempre tendida para que al contestar SI, todas las fuerzas del Universo se alinean contigo y ese SI. SI a la "regeneración, la acción de restaurar el origen", gen original de ser humano, auténtico y natural de la Tierra, formado por los elementos de la madre e impulsado por la energía del Padre.

La gratitud nos mantiene en unión al origen del sentido de residir aquí en estos tiempos. La gracia de seguir el rumbo del Alma. Desvelar lo que sucede desde una mirada curiosa, dejarse en paz en vida, dejar el juicio de lo que se da a cada momento, aceptar la reflexión de las situaciones, los encuentros, desencuentros y re encuentros de esta y otras vidas que son todas en la misma.

Dejar de separar inventando algo que va en contra de la preciosa naturaleza de la vida con su inmensa generosidad si facilita que la personalidad pueda ser trascendida, transformada en la belleza de una gracia posible, al entrar en la sorpresa de ampliar la mirada de la vida, es posible ampliar la visión de lo que sucede para tomar consciencia de lo intangible y el amor que nos impregna, una gracia que no es de este mundo aunque es posible.

Recordar que nuestros caminos se entrelazan en la Tierra con otros caminos, eso nos brinda el aprecio, una preciosa experiencia la del aprecio, experiencia que como bien indica, no tiene precio aunque si valor, el valor de las experiencias en la Tierra que no pueden comprarse. Es posible vivir el aprecio, es una bendición sentir aprecio sincero por otro ser humano con toda la diversidad que representamos. El aprecio de corazón se siente claro, no se puede fingir ni por el mejor de los actores, gracias a Dios.

Y lo mejor de todo...seguimos...