Vaciarse los bolsillos podría ser una buena metáfora, como cuando en el aeropuerto pasas por un control, para tomar consciencia sobre una de las preguntas que muchas personas acaban haciendo en algún momento cuando coincidimos en alguna etapa de cambio o transformación.
Vaciarse como práctica que facilita cerrar un ciclo para reiniciar otro dentro de la vida eterna y natural. Restaurar el rumbo ES posible, vengas de donde vengas, cuando soltamos el lastre de los rumbos anteriores que forman o han formado parte para haber llegado hasta aquí en este tiempo.
Aunque hay una tendencia a ir a lo conocido, lo anterior, eso mismo dificulta la respuesta de la pregunta que hacen muchas personas cuando sienten emprender una aventura o lo que es lo mismo, lo que está porvenir.
El sentido de pertenencia tira de ti para quedarte en esos lugares que conoces, lo que solemos nombrar el área de comodidad o confort, aunque en ocasiones no es confort lo que aporta sino lo contrario, carga y una tristeza del alma que te avisa para tomar consciencia de estar estancado.
Cada corazón reconoce ese estado, solo que ese rumbo que se percibe nos hace la misma pregunta ¿cómo lo hago?. Cómo hacerlo, cómo puedes tomar ese rumbo que tu corazón indica ¿cómo lo hago? se suele repetir la persona una y otra vez cuando se encuentran en la encrucijada, en un cruce de caminos, una cruz donde te esperan todas las fuerzas para ello.
Vaciarse de las prácticas anteriores facilita descubrir con asombro la experiencia con la que tu parte del sistema que llamamos ego o la biodefensa te lleva a repetir ese ¿cómo lo hago?. Vaciarse conlleva tomar conciencia, asistir a la experiencia de no saber el cómo para que se lleve a cabo lo que sea necesario sin conocerlo de forma previa.
Hágase la voluntad, contigo dentro. Sentirte dentro de esta maravilla facilita vaciarse de lo que ya no sirve para el signo de estos tiempos y lo que está porvenir, vaciarse de manera voluntaria con alegría y confianza en ir desvelando el camino del guión inverso del que se habla en la buena aventuranza, como se nombra en algunos textos.